LA
PARTIDA
(PREMIO NUEVO
ESTILO DE RELATO BREVE 2005)
La noche que Luis anunció a sus padres su
inminente partida hacia África, la luz que proyectaba la preciosa lámpara
Tiffany del salón pareció oscurecerse. Al menos, esa sensación sintieron
Juan y Marisa, ya que la separación de
su único hijo, durante un tiempo incierto, que podría prolongarse hasta varios
años, les parecía insoportable.
Comprendían
las razones que habían llevado a Luis a formar parte de aquel equipo de Médicos
sin Fronteras, pero eso no impedía que Marisa pasease nerviosa la vista por la
habitación, sin fijarse, como siempre hacía, en el maravilloso estampado
primaveral que lucían las cortinas, ni en aquel rincón junto a la chimenea, que
siempre había encontrado tan cálido, con su sillón de lectura tapizado en
suaves tonos tierra y la mantita beis con la que cubría sus piernas en las
frías tardes de otoño. Todo había dejado
de existir frente al frío que atenazaba su corazón.
La
partida no se hizo esperar, Juan y Marisa quedaron uno junto a otro, en la
puerta de su casa viendo la camioneta de su hijo alejarse por el camino, hasta
que solo fue un puntito.
Pasó
el tiempo, el salón volvió a caldearse con los leños crepitando en invierno y
volvió a abrir sus puertas al jardín en verano. Todo estaba igual que cuando
Luis partió, solo la mesita auxiliar que había junto a la enorme librería de
roble, lucía varios portafotos en los
que Luis aparecía junto a unos niños de color, en el hospital
de campaña o en medio de un bosque de cocoteros.
Esa
tarde, Marisa se encontraba leyendo en su sillón, Juan dormitaba en el sofá,
cuando el sonido lejano de un automóvil, rodando por el camino llegó a sus
oídos. Saltó como un resorte hacia la ventana, corrió el visillo y con una
risita nerviosa exclamó: ¡Juan, el chico ha vuelto!.
Mª José
Ruiz de Almirón Sáez
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comentario de prueba
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